El enfoque fue dialogado y a modo de taller creativo, por lo que resolvió cuantas dudas le plantearon y sugirieron muchas ideas que el propio David valoró muy bien. Con gran capacidad comunicativa y un estilo didáctico (también es docente) aliñó la conversación con interesantes datos y jugosas anécdotas (tiradas antiguas y actuales, dificultad de titular una obra, conversaciones con la policía o algún hacker, apuesta sobre su asistencia a un examen forense, etc.) con los que los mantuvo activos y hechizados al mismo tiempo.
Si todo fue magnífico, deseo destacar dos ideas suyas:
· “Leer es como ver una película”. Lo mismo que como espectadores no apreciamos todo el proceso del rodaje, como lectores desconocemos todo lo que está detrás, en la planificación y documentación (escenario de la historia, móvil, víctima, etc.), antes de la propia escritura y la edición.
· El problema no es la literatura, como tampoco lo es el cine si un día asistes a una película y te desagrada. ¿A qué no jurarías no volver a ver una película en ese caso? Si un libro te aburre, lo que debes hacer es seguir explorando hasta dar con el autor, género, libro… que realmente te atrape.